miércoles, 31 de julio de 2019

Introducción



Introducción




Veo que estás interesado en desvelar tu futuro. No, no tu futuro, sino el de los tuyos. Eres bastante curioso, debo admitir. Yo también lo soy, quiero saber cómo reaccionas al darte cuenta cómo terminará la humanidad. ¡Ah! Con solo pensarlo, la flojera me ciñe, será un gran trabajo. Pero no estás aquí para escuchar mis palabras exageradas y lastimeras, sino para que te lea las cartas, una a una. ¡¿Qué?! ¿Crees que he cometido un error? ¡Ya entiendo! El futuro no se lee con estos singulares naipes concebidos para engalanar un juego de azar, sino con las vistosas y profesionales cartas del Tarot, ¿y qué? Tengo mis métodos. Si desde este punto me estás cuestionando, apártate; me interesa trabajar solo con gente de mente abierta. No es nada personal, claro, detesto tanto a los ateos sin sueños como a los fanáticos religiosos de cabeza atiborrada de tantas cosas que… bueno. Es fácil irme por las ramas, de antemano una disculpa. 

Espera, me caes bien. Te confesaré un enorme secreto: el futuro no se puede revelar. No, tonto, ni el Creador puede atravesar la puerta que nos divide de lo no construido. ¿No crees en el Creador? Ah, pues no importa porque, a fin de cuentas, estás leyendo algo puramente fantasioso. ¿En qué estaba? Ah, claro. El futuro no se puede prever, o leer, quien lo haga está mintiendo, cometiendo una falacia. Lo correcto es decir que se intuye, entrevé o especula. Eso mismo haré en las siguientes páginas. 

No te preocupes o alteres, ni des un grito en el cielo por el desorden de las cartas. ¿Qué en tu vida tiene orden, dime? Es casi imposible que los naipes, cuando juegas a la lotería, salgan en orden, del carismático gallo a la siempre fascinante rana. No, se irán presentando justo como el Destino lo requiera o exija; como bien sabrás, el mismo siempre es impredecible, un niño caprichudo que a veces no se puede decidir por algo en concreto. 

Bueno, no alargo más esta breve introducción de la lectura. Demás está decir que corre bajo tu propio riesgo, y toda esa chorrada. ¿Estás listo? Entonces… 

… ¡corre y se va con…!